Siempre habíamos deseado tocar al aire libre, pasaron meses donde rondaba la idea de ira a Santa Elvira, donde vive nuestro seguidor indiscutible, Adrián... Imáginabamos cómo sería tocar respirando el aire fresco del campo, inspirarnos al escuchar los pájaros y las ramas de los árboles, hasta que por fin la imaginación se materializó...

Tres días y 2 noches duró la odisea, nos despertábamos, comíamos, tocábamos, tocábamos, comíamos, descanzábamos, tocábamos y así los tres días. Nunca pensamos tocar entre árboles, con el escueto calor de una fogata, y la luna, todo lo que había llamaba a la inspiración. Tocar a la luz de la luna es alucinante, aunque los instrumentos hayan pagado el precio por el magno placer ... Luego de secar los instrumentos bañados de rocío, nos sentábamos y hacíamos planes, seguíamos en el sueño.
Aquí nace I Might...